Se me chorrean los días, agua que cae de la piel y la piel se estira, como en una imagen hiperlaxa de la piel de los brazos, el agua y el tiempo, en las tres cosas, las cosas, los pies, el agua, el tiempo, el pensamiento, el agua, cae, olor a jabón, jabón, no quiero salir del agua, agua, calentita, que fiaca entrar pero más salir, voluntad chorreada fluyente. Floto en esta temporalidad de aire más mullido que cobra la densidad que siempre tuvo pero que alivianamos, presurizamos, en la cámara séptica de la rutina, donde los engranajes se mueven precisos y se me separa más el cuerpo, del espíritu y de la cabeza en metas y puntos de llegada.

Este tiempo de no tiempo también es tiempo de seducción y de libertad. Yo me descubro hurgando en la ropa de mi mamá porque me cansé de lo que me traje y quiero estar linda, que es lo mismo a ponerme una remera que ella ya no usa con olor a humedad pero que me hace sentir con eso que se siente cuando abrís un baúl, o le encontrás una pilcha a tu abuela, tu tía, o tu amiga. Seducción de la creatividad, que no es más que mirar una hormiga llevar una hojita, los gatos olfatearse, el sol en la cara, el agüita, la música, la canción, no saber que canción poner, elegir la lista sugerida y mandarle canciones a tus amigas sorprendida con las bellezas que te sugiere el spotify o, mejor dicho, la belleza de la música. El llamado de la abuela en el teléfono fijo que te tira la posta, hay que quedarse en casa, y que está triste porque se le murió la última amiga viva, y te cuenta que camina todos los días por el pasillo por donde da el sol con napoleón, el perrito, porque dice que la soledad mata y la compañía se encuentra en el sol, en las caminatas y los perros y en las rosas, y lo noté caiducho a tu papá me parece que me extraña. La creatividad de estar cerca en esta lejanía, hablar hasta los codos, reírnos a carcajadas porque de tanto estar adentro las normas del decoro se fueron al pasto. Como todo. La creatividad de las ganas, que encuentra sus vericuetos para filtrarse como luz en las persianas.

Los días como éstos donde se abandona el timón y nunca mejor aplicada la metáfora del chinchorro sobre el río cuando se levantan los remos, caen gotitas y vas con la corriente, donde no se resiste a esta nueva normalidad que suspendió todos los parámetros, y se escucha el río debajo de la madera con ese sonido tan de calma chicha, y la vista pincelea los colores del río. La libertad de dejarse llevar por el minuto a minuto que ofrece vivir un solo día, porque el futuro es incógnita, incerteza. Libertad también ganamos en esta cuarentena. Tanta que a veces asusta, y volvemos a los pilares organizadores de la vida.

El día se me chorrea, éste día, no todos, no siempre. Pero no quiero hablar de esos otros, más pimentosos y menos acuíferos. Enceramos el piso, primero con trapo de piso y secador, más for export, después unté un trapito y le dediqué a cada baldosa un rato, las exclusivas o que tentaban mi voluntad. Qué pastosa es la cera y por eso todas las ceras se llaman ceras, la de la abeja, la oreja y la del piso. Después pasé la lustradora, cuánta fantasía en un solo objeto, no cualquiera, sino la de los objetos majestuosos como la sensación de entrar a una iglesia grande, aunque sea entrechocada. De opaco a brillar, guachito brillá, y le pongo la pata arriba de la lustradora para que bajen los cepillos y saque más brillo, y parece una danza. Orgullo repentino y asegurado. Se suma al andar del pedaleo casero. Calma que te da la percepción de que no hay un mejor lugar afuera.

Salgo con la pava a tomar mate en el porche, está la vecinita con una amiga. La amiga me dice que le reza a dios para que le cambie de amiga o que “mejore su actitud”, palabras textuales de una nena de 8 años. Mi vecinita se acerca y me dice que me va a contar un secreto aunque no lo puede decir, ayer se quedó a dormir en lo de su amiga, que son amigas del alma. Pienso en esa secuencia de palabras tan impostadas, que no usamos para no exagerar, alma, amigas, alma, el tiempo del alma, la eternidad de la amiga del alma. La amiga me dice que por ahí hoy se queda a dormir en la casa de mi vecinita, pero que no lo sabe. Lo va a decidir durante la cena, y que se queda porque van a hacer empanadas de carne.

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